Un comentario sobre otro caso de violencia contra un animal en Colombia.
Se publicó hace unos días un vídeo donde un adolescente amarra y maltrata a una zarigüeya. De inmediato el repudio a la crueldad ejercida por el joven maltratador impulsó reclamos para que la policía lo capturara y castigara.
Otros usuarios de la redes hacían énfasis en que las zarigüeyas son el único marsupial en el país y que no debían ser confundidas con roedores pues lejos de ser 'plagas' ayudan a controlar a algunas de ellas.
Este énfasis que pretende proteger a estos animales de futuros ataques es problemático y especista. En efecto las zarigüeyas tienen dietas y comportamientos que por suerte nos son beneficiosas a los humanos, lo que no excluye a los animales con los que tenemos conflictos de un trato ético.
Los animales que consideramos 'plaga' como las ratas, otros que se sirven de cultivos sin preguntar como las marmotas, y quienes cazan gallinas como las comadrejas y los zorros, son exterminados sin chistar cuando hay una afectación a los humanos o a su propiedad. No hacemos el menor esfuerzo por encontrar soluciones en las que nadie salga dañado pues presumimos, es nuestro derecho estar aquí y no el de ellos.
Al margen de si nos brindan o no servicios ecosistémicos, si nos resultan simpáticos o desagradables, los animales tienen derecho a conservar sus vidas, a ser tratados con respeto y a ser protegidos de nuestros actos y muchas veces de nuestras estructuras que se alzan sin considerarlos en lo más mínimo. Su vida es valiosa por sí misma igual que la de cualquiera de nosotros.
Como dijo aquel granjero sobre la marmota que comía su cultivo y a quien finalmente acogió y bautizó como Chunk, "coexistimos, esta también es su tierra".
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Volviendo al chico que maltrató a la zarigüeya y se filmó no puedo dejar de pensar en una publicación de hace años de la abogada y activista Mónica Roa. Decía ella que en algunas partes del país los niños 'jugaban' a la casa de pique con los animales. El mundo debería detenerse del todo cuando cosas como estas suceden y permitimos que se reproduzcan.
En las redes muchos hacían énfasis en la necesidad de detener pronto al joven del vídeo pues de no hacerlo se convertiría en un psicópata. Ya sabemos que hay estudios que demuestran esto pero creo que a su vez hay que tener la mirada atenta para entender que las más veces esos comportamientos no se dan de manera espontánea sino que están siendo replicados por lo que se ha vivido.
Encontremos a este chico y a otros como él para protegerlos y así prevenir la crueldad y la violencia que se mantienen en nuestra maltrecha sociedad.
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