Sin lugar para todos.



Interseccionalidad. Escuché la palabra por primera vez en una clase sobre feminismo. La idea de que ninguna opresión existe independientemente de otra y la necesidad subyacente de oponerse a todas las discriminaciones en conjunto. 
Quienes tomamos esa clase y militábamos ya en el antiespecismo preguntamos entusiasmadas ¿y los animales, hay lugar entonces para ellos? La respuesta: el feminismo no se encarga de la naturaleza. 

Ha pasado más de una década y media desde entonces. El movimiento por los Derechos Animales ha ocupado un espacio de mayor relevancia dentro de las reivindicaciones sociales. Movimientos políticos de izquierdas han acogido a los propios activistas y sus reclamos, apareciendo cada vez más la cuestión de los animales en sus agendas. 
Las pugnas dentro del movimiento mismo nunca se han detenido y al margen del escenario en que se dan, crearon diferentes líneas de pensamiento. 

Así como los activistas pugnaron por abrirse espacios en las izquierdas, la crítica se hizo álgida al interior y se empezó a reclamar un cambio de comportamiento. 

Siendo el movimiento animalista un espacio llevado principalmente por mujeres, algunas personas de la comunidad LGTB(I), hippies y demás, era apenas lógico que se defendieran prácticas de no discriminación. Las arengas fueron reemplazadas y las banderas de Liberación Animal hondearon también en marchas contra la guerra y la homofobia. 

No era parte de un ejercicio resiente el encontrar dimensiones similares entre la opresión que se ejerce contra los no humanos y contra los humanos. Esclavistas y opresores de todos los talantes niegan el valor inherente de sus víctimas, cosificándolas y relativizando su sufrimiento. Es lógico entonces que quienes militan en el movimiento deseen ser tratados con dignidad y quieran profundizar en discusiones que nos competen como miembros de la comunidad de iguales. 

De cualquier forma sería ingenuo pensar que el movimiento iba a permanecer inmune a las discusiones que se dan como sociedad y a la transformación de la misma.
Pronunciamiento de Igualdad Animal sobre el movimiento #MeToo y
sus políticas para evitar el acoso dentro de la organización. 


Existe sin embargo una incomodidad manifiesta por algunos que se posicionan en contra de acoger banderas de temas humanos vs quienes no solo están a favor sino que plantean una modificación en el discurso de los DDAA. 

Cierto es que la causa de los animales permanece históricamente en desventaja frente a otras. A los voceros se les exige primero una serie de virtudes antes de siquiera considerar sus argumentos, y salvo contadísimas excepciones nuestros reclamos son ninguneados y puestos al final de la fila. Ese tratamiento resulta exasperante en consideración a la violencia a la que son sometidos los no humanos por parte del más humilde hasta el más poderoso de nuestra especie. La Treblinka eterna de la que alguna vez habló Isaac Bashevis Singer.

Con eso en mente comparto que se reniegue de sumarle objetivos a una causa ya tenida a menos. Sin embargo creo que es clarísimo para cualquiera que haya pertenecido al movimiento que existe un sujeto político definido y no es otro que los animales no humanos. Según lo entiendo no hay discusión siquiera en ese aspecto. 

Algunas voces de activistas interseccionales se oponen al uso de las comparaciones de las experiencias de opresión y violencia entre humanos y no humanos. Argumentan que la experiencia original puede quedar diluida si pasa por el tamizaje de la comparación que se le ocurra a quien lo usa de referente; y en efecto existen trivializaciones absurdas como anteponer el sufijo ‘nazi’ a todo lo que nos resulte molesto o llamar esclavitud a un trabajo precario. 

En algunos casos la comparación resulta ofensiva para quienes no aceptan a los animales no humanos como sus iguales y por tanto están cómodos con que se les dé un trato distintivo e injusto, pero al margen de esto toda víctima tendría que tener su momento de atención en relación a ella y nadie más.

El dolor, la injusticia, la pérdida, puede que sean similares en muchos casos, pero ocuparse de un sufrimiento puntual no implica desconocer ningún otro. 

No me opongo a toda comparación de las violencias, el llamado a la empatía que hacemos constantemente necesita muchas veces de poner la discusión en términos de la experiencia humana y de las soluciones que hemos encontrado para nuestra especie, pero enfatizo en la atención que merece cada caso. Relativizar el dolor e incordiar al que merece ser visto y reparado es torpe e injusto. 

Lo propio sucedió hace poco con el movimiento Black Lives Matter y la reacción que tuvo Annonymous for the Voiceless cuando algunos de sus seguidores preguntaron por la posición de la organización frente al activo movimiento que llenaba las calles de ciudadanos que condenaban el racismo. A.V. quizo permanecer neutral, al tiempo que de boca de uno de sus voceros negaban que el racismo fuera una discriminación sistematica. Por supuesto este posicionamiento ocasionó la salida de algunos de sus activistas. 

Concedo que, demandar declaraciones de solidaridad y posicionamiento de los grupos que defienden a los no humanos sobre temas humanos, puede ser caprichoso pues cada quien se siente llamado a levantar estandartes según su experiencia particular. 

No obstante la consideración ética hacia todos los sintientes parte ya de unas bases si bien no interseccionales, sí universales. El principio de igual consideración acoge a todo sintiente, como explicaba Tom Reagan: 

«Este principio declara que los deseos, necesidades, esperanzas,..., de diferentes individuos, cuando son de igual importancia para estos individuos,  son de igual importancia o valor sin importar quiénes sean los individuos: príncipe o indigente, genio o idiota, blanco o  negro, masculino o femenino, humano o animal. Este principio de igualdad de inte­reses parece proporcionar un fundamento filosófico para evitar las más burdas for­mas de prejuicio, incluidos el racismo, el sexismo y, siguiendo a Ryder y Singer, el especismo.»

Si acogemos esta consideración entonces aceptamos que el movimiento de Derechos Animales no sólo se posiciona de tajo contra toda discriminación arbitraria sino que, es la esencia misma de la defensa de los derechos de los no humanos. 

Cada activista y colectividad asumirá cuánto y cómo alzar la voz en relación a asuntos no relacionados con los no humanos. 

En un momento en el que movimientos ultra como los alt-right ganan furiosos adeptos no estaría de más hacerles frente también desde nuestro lugar. En últimas y como hemos repetido por años, se trata de ampliar la comunidad moral, no de reducirla. 


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