La imágen más triste del mundo

Que todos los mataderos se conviertan en ruinas,
en el recuerdo ineludible de una injusticia que nunca jamás
será permitida.
 


La ciudad distrae, engaña. Concentrarse en llegar a un lugar determinado a la hora planeada.
No obstante a veces lo cotidiano se vuelve insoportable, como hoy. El trafico avanzaba de forma veloz y desde el bus alcancé a ver unos 20 camiones parqueados en el matadero, todos ellos repletos de esclavas. Unas miraban hacia la avenida, las que podían. Todas de pie, todas temiendo.

Mi bus siguió, no se detuvo. Muy seguramente las vidas de aquellas vacas ya se  extinguieron, o se extinguiran muy pronto.

Ana María Aboglio dice que ellas saben. Todos sabríamos si tan sólo nos hubieran educado de otro modo, si no estuvieramos hostigados por esa esquizofrenia constante, esa enfermedad que hace víctimas a quienes aman y disfrutan el mundo de maneras diversas.

No hace falta ser testigo de su muerte, ver sus patas quebradas o escuchar sus quejidos desesperados para saber que está mal apoderarnos de sus vidas, arrebatarles lo que es suyo.

Han pasado cuatro horas y sólo pienso en ellas. Esa imágen, la imágen más triste del mundo.

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